martes, 12 de mayo de 2015

20.000 llamadas del naufrago perdido.

Que efusiva mi llamada de auxilio,
desesperada incluso,
pero siempre suena el contestador
diciéndome que ya sé lo que tengo que hacer.

La verdad es que no tengo ni idea
de como reaccionar,
mi grito no tendría sentido
si supiese navegar en esta balsa.

Estoy a la deriva
mientras se me agota la batería,
las ganas, las fuerzas
y se desintegran los remos.

¿Dónde queda la esperanza
cuando el fracaso se instala
en la habitación de invitados
de mi naufragio ficticio? 



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